jueves, 14 de noviembre de 2013

Ni un pasito para atrás.



                                                    " Un pasito para atrás 
                                                      y no doy ninguno más
                                                      porque ya, ya me olvidé
                                                      dónde puse el otro pié."

"En el país de Nomeacuerdo" María Elena Walsh
                         
                                 
                           
En la biblioteca del barrio  hallé un  material editado por ATE que me pareció muy interesante para el taller que desarrollé este año con los chicos que asistieron.                                                                                       
A partir de la lectura de “Los cuentopos del Gulubú” rieron de las historias de ese mundo de fantasía, mientras escuchábamos las canciones de la  autora de tantas estrofas desopilantes y fueron brotando de las manos de los niños en los papeles recuperados, cual la plantita que creció en un zapato, inmensas y anaranjadas naranjas rodando de la sala al comedor y Reinas Batatas aterrorizadas ante la idea de terminar en un puchero.

Todos esos gratos momentos  vinieron a mi mente cuando me enteré por un noticiero de la aparición de las listas negras de la  dictadura cívicomilitar, y revolviendo aun más la vieja y polvorienta valija de mi memoria,  encontré aquella prueba contundente.
Eran tan peligrosamente hermosas las canciones de María Elena Walsh que la hacían merecedora de estar en una lista negra confeccionada por las  bestias de aquel infierno. Con especial empeño había llevado conmigo al exilio aquel casete y durante los más de cinco años que duró cantamos con mis hijos liberando al viento los versos, para que una vez echados a volar no pidieran ser apresados. Continué  mi  acción subversiva, las peligrosas armas fueron mi mejor herramienta  en el jardín de infantes en el que trabajé, y para completar la operación, antes de regresar al país, le regalé el  temible arsenal que contenía el casete a un joven docente de educación por el arte para que continuara subvirtiendo el orden con a sus pequeños alumnos…

Pero este no es más “El país de Nomeacuerdo” ,  los genocidas pagan  en las cárceles en las que morirán, para  escarmiento de los que están sueltos, de los cómplices que callaron y de los nostálgicos que piden que vuelvan y ya no habrá más “pasitos para atrás”.    

Y los niños y las niñas continuarán  riendo y soñando con la princesa Sukimuki, con la mariposa multicolor que, convertida en el valiente príncipe Kinoto Fukasuka la salvó del aburrimiento y como  el amor de ambos venció a  los caprichos de su padre, el emperador. Los que ya no son niños seguirán tarareando sus melodías, Manuelita regresará de París a reunirse con su tortugo, y más de un grandote añorará huir de la rutina  aunque sea por un ratito a ver como es “El reino del revés”.

Porque a pesar  de que “tantas veces me mataron, tantas veces me morí”;  “tantas veces te mataron”, "tantas veces me borraron, tantas desaparecí"; y “a pesar de los golpes que asestó en nuestras vidas el ingenio del odio”,  seguiremos “cantando al sol como la cigarra” con todas las fuerzas de nuestras voces, las canciones de todos a aquellos a quienes quisieron silenciar. 



                                "Todo está guardado en la memoria, arma de la vida y de la historia"
Leon Gieco.