jueves, 8 de septiembre de 2011

Los ojos de Irene


Pucho decide visitar su viejo barrio, recorrer sus calles, su arboleda.

Qué paradójico, reflexiona, llamar metáfora muerta a “la copa del árbol” algo tan dialéctico, que renueva sus hojas, siempre cambiante.

Había descubierto la literatura a través de Carlitos, su amigo de la infancia, a quien le gustaba escribir. Lee todas las revistas de cultura que llegan a sus manos, que sus compañeros le alcanzan.

Es un hábito que adquirió cuando estuvo “del otro lado de la mirilla”. Allí aprendió a disfrutar de la lectura y memorizó aquellos versos de Nalé Roxlo. Todos los presos políticos tenían algo de grillo allá adentro.


Cuando salió fue acostumbrándose a la indiferencia, a pucherear, reflexiona. Su corazón es eglógico y sencillo, repasa transitando esos lugares tan queridos. Porque si hay algo que él no pierde es su apego por la vida.

¿Es este cielo azul de porcelana? Se pregunta. Esa si es una metáfora muerta, porque no hay nada más rígido y frío que la porcelana, se responde. Comienza a remontar su barrilete de recuerdos. Carlitos y él jugando, trepando a los árboles, creciendo, soñando, construyendo utopías, siempre juntos.


Los recuerdos han comenzado a pesarle, ahora avanza lentamente. Se detiene. Ni es cielo ni es azul, se dice irónico,parafraseando el tango.

Él, que siempre tuvo valor, fue al frente, se la bancó, tiene coraje para cualquier cosa, menos para enfrentarse con los ojos color cielo de Irene, reconoce amargamente. No quiere pasar frente a su casa.

Desde que salió en libertad ha pensado en el instante en que se encontraría con los ojos azules de Irene y ella lo vería respirar, sonreír, llorar, porque él está vivo...

Se vuelve sobre sus pasos, desandando el camino, pensando y mascullando acerca de: Qué sencillo es a quien tiene corazón de grillo, interpretar la vida esta mañana. ¡Qué va a ser sencillo! Pura poesía, carajo, se dice. Como si fuera posible que la muerte no nos complicara la vida, añade mientras se aleja.

Sabe que hace mucho tiempo Irene sale a la calle,que sus ojos fijos en la misma dirección, se han ido secando mientras espera ver la silueta de Carlitos. Y un día se tornarán rígidos como la porcelana y se cerrarán para siempre sin ver regresar a su hijo, porque es un desaparecido.

Escrito en 2006.
Irene,la madre de Carlitos Wagner falleció en julio de este año.

Carlos Wagner desapareció en 1976,en cercanías de la calle Leiva y la cortada Ferrán, donde vivía. Es citado en las testimoniales de varios querellantes de la Causa Feced,entre ellos Estela Hernández y Carlos “Pucho” Arroyo.


Única foto del Mural Pintado en las calles Centenario y San Martín por el CoLectivo de Expresos y sobrevivientes en homenaje a los desaparecidos durante la última dictadura cívicomilitar del Barrio Roque Sáenz Peña, subida a Facebook por Carlos Arroyo.

Fotos: "Cielo azul" y "Chicos jugando", tomados deGoogle
Dibujo: Tomado de "Del otro lado de la mirilla", del blog de Jorge Daniel Pedraza.