miércoles, 31 de marzo de 2010

24 de marzo de 2010 en Rosario.

"La memoria estalla hasta vencer"...



..."Todo está guardado en la memoria,



refugio de la vida y de la historia"...
León Giecco.

Por la mañana:Plantación de árboles en el Bosque de la memoria.

martes, 23 de marzo de 2010

Negro sobre blanco.


Escrito el 21 de marzo de 2006

Hoy comienza el otoño. Hay paro de transportes, no voy a trabajar. Las nietitas lloran. Nicolás escucha a todo volumen una canción que bajó de Internet: “no diferencio a las personas por su raza, su cultura o por su mierda de religión”, dice la letra. Le pregunto como se llama. “Intifada, creo que el grupo es Skap”, me responde. Tendremos que hablar de eso, le contesto.

Trato de escuchar la radio en medio del barullo. Un tendencioso mensaje de la emisora Libertad cominza: “El 24 de marzo no comenzó ni terminó nada” La frase me golpea la cabeza, instantáneamente siento una presión en las sienes y un nudo en la garganta, igual que hace 30 años. La memoria se dispara…

… Nos mudamos un año antes a este domicilio. Hace tiempo no duermo en casa cuando me quedo sola con mi hijito Gerardo, de dos años. Unos días antes sacamos las pocas cosas de valor. Pedro, mi esposo y compañero está en Santa Fe. Paso a buscar algunas ropas. Salgo enseguida, antes del anochecer con mi hijo en los brazos y un bolso al hombro. Así he deambulado últimamente, una noche en lo de cada familiar.

Llego a la casa de mi abuela. Esa que amo tanto, que ha sufrido varias transformaciones pero conserva su último valuarte, la enredadera de campanillas azules en el alambrado que la circunda. Allí me siento segura. Ella me cede la cama matrimonial que todavía conserva a pesar de que enviudó hace más de diez años.

“Para que duermas con tu nene”, dice cariñosa, y se acuesta en una de una plaza en la misma habitación.

Leo a Walsh hasta pasada la medianoche. Tengo insomnio, en mi mente dibujo sobre papel vegetal con tinta china los horrores de los fusilamientos de 1956.Logro dormir hasta las cinco. Me despierto, enciendo la radio, escucho: “Las fuerzas armadas han tomado el mando. Soy presa del temor y la incertidumbre.

En lo de la abuela no hay teléfono. Apenas aclara preparo mis cosas y me marcho otra vez con el nene en brazos y el bolso colgando del hombro.Esta vez no lo hago como hasta hace pocos años, pateando las hojas de los árboles que el otoño ya
puso en las veredas. Las pocas cuadras que conducen a la casa de mis padres me parecen interminables. Miro sin ver, sólo me fijo cuando cruzo las calles.

Llego, mi viejo matea serio en la cocina. Quiero hablar a Santa Fe, es imposible, los teléfonos parecen cortados, no responden.

Mamá sale del dormitorio, los ojos más renegridos que nunca, con un rictus de amargura en su rostro. Se alisa con una peineta al cabello canoso, despeinado, sin tintura desde tiempo atrás.El año anterior, una fría mañana de agosto, recibió una llamada, su hija y su yerno habían sido detenidos por razones políticas. Ahora Mabel, mi hermana está “a disposición del P.E.N”.

Por detrás de la “nona” vienen los hijitos de los presos, Camilo de cuatro y Julián de dos años. Se abrazan con mi nene, comienzan a jugar.

De la habitación de adelante, por la galería, aparece mi hermana Gladys con su larga cabellera más alborotada que de costumbre. Al parecer también durmió poco, tiene a su hijita Eva, de un año, en brazos.
Entra de la calle Norberto, mi cuñado: -Hay poca gente, parece indiferente, comenta.

Comenzamos a conjeturar:
- ¿Tenemos que ir a trabajar?
-No, hay asueto, o es feriado, que se yo…
- ¿Qué será de nuestra hermana presa?

Sigo intentado hablar por teléfono sin resultado. Los chicos juegan, pelean de a ratos, uno se hace pis.

Mami ya está de muy mal humor. Ella se pone así cuando algo la aflige y no lo puede expresar. Papá sacude la cabeza, está callado.

Pasan las horas. Escuchamos noticias que nos resultan insuficientes, contradictorias. Estamos confundidos, atemorizados. Olvidamos los horarios, los chicos lloran.

Finalmente recibo una llamada de mi compañero. Habla bajo, entrecortado, escucho con dificultad: “Entraron a la Cámara y se llevaron las cosas de valor. Algunos fueron presos, después te cuento. A mí me tuvieron demorado hasta que me notificaron que me dejan cesante por la Ley de Seguridad Nacional. Después te explico. Esta noche me quedo en el hotel, aquí estoy seguro. Voy a viajar mañana de día”. La llamada se interrumpe.

Ya anocheció. Termino de dibujar en mi mente la imagen del terror, la segunda del día. La superpongo a la primera, la del relato de Walsh. El cuadro del horror y el espanto está terminado. Comienza una larga noche, oscura y terrible.


Mi hermana Gladys era docente de la Escuela Municipal de Danzas. Se habían realizado cambios curriculares, en lugar de historia del valet clásico se desarrollaban asignaturas relacionadas con la cultura nacional que estaban a su cargo. Ella fue cesanteada y le aplicaron la Ley de Seguridad.

Mi hermana Mabel fue trasladada a la Cárcel de Devoto. Estuvo de tendida a disposición del PEN hasta fin del 1978.No pesaba sobre ella acusación alguna.

Pedro se desempeñó como Secretario Parlamentario de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Feha hasta el golpe de estado.

Párrafo de la denuncia realizada en la Secretaría de DDHH de la Nación en 2004:

…“En la madrugada del 12 de julio de 1976, un grupo numeroso de personas uniformadas irrumpió en el pasillo del domicilio citado, requiriendo agritos a Pedro Bluma. Al no poder ingresar al departamento, que estaba desocupado y cerrado, ingresaron al mismo saltando por el tapial, violentaron las puertas de las habitaciones y revolvieron y arrojaron al suelo los pocos efectos personales que habían. Subieron a la terraza y pasaron a los techos de los departamentos
vecinos, rompiendo el tanque del agua, lo que provocó un gran estruendo, y siempre llamando a Bluma a los gritos. Se desprendieron de los techos al pasillo…

Pocos días después iniciamos el camino al exilio.


Imagen: Grabado de la serie "Los desastres de la guerra", de Francisco de Goya.

viernes, 12 de marzo de 2010

Marzo

Quiero hacerles conocer un texto escrito por el arquitecto Federico Tabares. "Ese dìa de reyes" al que alude, es el mismo al que me refiero en "Noche sin perfume", publicada en enero.




Francisco esta por ahí, dando vueltas, hinchando las pelotas con la guitarra que le regalamos para navidad, pateando una pelota adentro de la casa, con el peligro que ese pique rebote para el lado contrario y rompa un adorno o un vidrio. A veces no se lo escucha, esta arriba, en una especie de altillo transformado en tugurio mugriento al que lo llame “estudio” y terminó siendo depósito y el lugar de la compu, jugando a los jueguitos, navegando por la red o consultando su correo electrónico al que nunca le llega nada importante ya que sus obligaciones no van más allá de cursar el segundo grado de la escuela primaria.

Francisco es un poco más grande que yo en Marzo del 76, un año y algo más. Pero no creo haber sido yo muy distinto a él… inquieto, hincha pelotas, ingenuo. Pregunta, quiere saber, claro en casa hablamos, opinamos y sobre todo puteamos. El sabe, por que le hemos dicho, pero no se si entiende, creo que no mucho. Yo tampoco creo haber entendido en ese momento lo que pasaba y mucho menos lo que iba a pasar casi un año después, ese día de reyes que se llevaron al abuelo de Francisco.

Francisco tiene un viejo de casi 40 años, el que escribe. Francisco cree que soy Dios… pobre Hijo. Yo seguro pensaba de la misma forma en mi Papá, pero me pusieron los pies sobre la tierra de prepo, al mismo tiempo en que mi Dios caía asesinado sobre esa misma tierra.

Francisco pregunta, algo entiende, de a poco un poco más, pero claro, en casa se habla y mucho, se explica y se cuenta a todo el que quiera y no escuchar.
Fran sigue por ahí, cada tanto me llama, PAAPAAAA!... como me hubiera gustado poder llamarte viejo, pero así las cosas. No callar es la forma que encuentro de estar llamándote siempre.



Francisco esta aprendiendo la historia reciente de su familia y de su país en un momento que yo nunca creí vivir, por que ya no solo son nuestras palabras las que mantienen la memoria, esta además la voluntad política del estado de poner claro sobre oscuro y juzgar a los responsables del genocidio mas grande de nuestra Argentina del siglo XX.

Más voces como la mía, más franciscos que sepan, más gente que entienda y comprenda, para que NUNCA MAS tengamos que vivir hijas e hijos, madres y padres, esposas y esposos la ausencia, para que NUNCA MAS vacíen de conciencia al pueblo y así vaciar nuestra nación.



Federico Tabares, marzo de 2010